El método Davinci (los commonplace books)
common placing, historia, y qué hacer con tanta información.
Esta semana fui invitado a escribir, en compañía de
, sobre los commonplace books. Una herramienta fascinante que ha llegado hasta nuestros días, y que sorpresivamente, está más vigente que nunca. El presente escrito estará dividido en antecedentes generales, mi inicio en ellos, mis primeras impresiones, análisis y conclusiones. Pero desde el primer instante les aseguro, que el commonplace book es un método pragmático y activo para navegar la información en el siglo XXI.Para iniciar
¿Qué es un common place book, o libreta de temas comunes? Esto mismo me pregunté cuando el domingo pasado, la capitana, me trajo este concepto a la mesa. Me comentó que era un cuaderno especial, palabras textuales, donde escribes sobre temas que te interesan. Entusiasmado, desempolvé un cuaderno sin usar que tenía en mi cajón, lo forré de rojo y le puse nombre, mi libreta había nacido. Unos días más tarde, en una nota de Patricia, el commonplace book apareció de nuevo, como un misterio que exigía certezas. Pregunté si ese cuaderno especial era lo que me habían contado. Tenía que saber más.
los “commonplace book” son cuadernos donde apuntas todo lo que aprendes: desde frases literarias, algún dato de una época histórica que te interesa, puedes escribir también sobre una serie que te gustó… Es como un “cuaderno cultural”.
-Patrica, en respuesta a mi duda sobre los commonplace books.
En efecto, parece que la definición inicial y la de Patricia coindicen y se complementan perfectamente. Así, durante la semana me dispuse a navegar la información de este modo. Compilando lo que iba aprendiendo, y qué mejor que aprender sobre estas curiosas libretas para empezar una.
En sus inicios
Descubrí que, en sus inicios, los commonplace books, eran cuadernos donde registraban información de interés para su dueño. Fueron especialmente populares en la Italia renacentista, usada por los mercaderes para llevar las cuentas. Estas agendas de registro, naturalmente, se llenaban de manera espontánea de notas, garabatos, reflexiones, listas, fechas relevantes, etc. Todo por su carácter informal, cada mercader era dueño de sus agendas. La banca solo corroboraba números. Con el tiempo se especializaron hasta convertirse en algo más cercano a los cuadernos culturales de los que habló Patricia. Este sistema de agendas continúa hasta nuestros días, en la manera de cuadernos de apunte para el trabajo, generalmente en formato A5. Puedo apostar a que más de uno ha tenido un proto-commonplace book, sin darse cuenta.
No obstante, la proeza del humano es que no es estático, cambia, y cambia lo que le rodea. La llegada de la libreta de temas comunes era solo cuestión de tiempo.
El hombre renacentista
No se puede hablar de los commonplace books sin hablar del hombre renacentista. ¿Quién fue ese hombre renacentista? o más bien ¿Qué es un hombre renacentista?
El Hombre Renacentista (en italiano, Uomo Universale, Hombre Universal) es un ideal cultural que surgió durante el Renacimiento italiano, que describe a una persona cuyo conocimiento y habilidades abarcan una amplia gama de campos, tanto de las artes como de las ciencias, sin que exista una distinción clara entre ellos. Es un símbolo de la curiosidad humana, la creatividad y la aspiración a la excelencia integral. ¿Suena familiar?
Representa la creencia de que el conocimiento es un todo que se entrelaza y que el mayor logro de un individuo es desarrollar todas sus capacidades.
Es un ideal que inspira a no encasillarnos y a buscar siempre aprender y crecer en múltiples direcciones. Dentro del marco de este ideal, no hay mayor figura que lo presente que Leonardo Davinci.
La agenda del pensador
Davinci, conocido por su incursión interdisciplinaria, registró todos sus intereses en extensos escritos codificados (escritos dado vuelta y de izquierda a derecha).
Tal como sus contemporáneos, adaptó los cuadernos de estudio del aprendiz (no diferente a los cuadernos del colegio) y le otorgó un rasgo caótico y espontáneo, compilando ideas, dibujos, reflexiones etc. Aquí la esencia de las agendas de temas comunes. Todo lo que le interesaba lo plasmó en esas páginas.
Identifiqué también, mientras iba anotando mis descubrimientos en libreta roja No. 1, que una de las razones fundamentales por la que existieron estas agendas, fue la precaria accesibilidad a la información. Se considera al nacimiento de la escritura como el punto de quiebre entre la prehistoria y la historia. Superando a la oralidad y el desafío que implicaba mantener, registrar y divulgar el conocimiento. Si bien la escritura significó un gran avance, si se considera a la civilización como algo menor, el acceso al conocimiento era escaso, caro y reservado para las élites. De esta forma el registro activo de conocimiento por parte de los eruditos, escribas y artistas, era la manera de democratizar la información que llegaba a sus manos, ya que los clérigos alfabetizados solo conservaban el saber de la liturgia.
¿Sabía usted que el catálogo de la Biblioteca de Peterborough, Inglaterra (1400), constaba de solo 170 volúmenes? En la actualidad, una biblioteca parte de un mínimo de 1000 volúmenes para ser considerada una.
Grandes pensadores como Charles Darwin, Descartes o Locke, desarrollaron en sus agendas personales los postulados que ahora forman parte de las ideas colectivas. Este último fue quien activamente desarrolló y divulgó sobre estos curiosos cuadernos, estandarizando un método para su uso y organización.
Mientras llenaba las páginas con datos que parecían no tener fin, me preguntaba por el devenir de ese cuaderno. Si bien no llevaba tantas hojas, no pude evitar elevar a la séptima potencia lo que hacía y ver su resultado. Me imaginé, (habilidad muy útil), con un libro pesado y lleno de saber, pero desorganizado y difícil de navegar. Y es que si bien el commonplace book es un método fantástico para dejar el móvil de lado, filtrar el bombardeo de información diario, y además contar con un medio tangible para acceder a ella, en esencia es una enciclopedia de intereses personales.
Esto significa que llegado un punto, ya sea por factor tiempo, economía del espacio, o complejidad del tema, parte de contenido valioso puede perderse por plasmar tantos temas en un mismo sitio. Se debe tener en cuenta, sé que yo lo haré, que aquello registrado no pueda ser replicado en otro medio, de otro modo perdería fuerza la práctica del common placing.
Mi duda inicial sobre la relación de las libretas de temas comunes y los diarios personales (journals), nacía de la exclusividad que este da a mis pensamientos. No me veo en la obligación de ordenar lo que escribo allí, son espontaneidades irrepetibles y difíciles (si no imposibles) de volver acceder. Por eso llevo una bitácora de sueños, reflexiones e ideas y un diario personal. Los temas de interés, si bien personales, no son exclusivos y puedo acceder a ellos más fácilmente.
Sucede que, todo lo que voy descubriendo lo tengo que organizar. Necesito saber que lo puedo volver a encontrar. Suelo ir bastante profundo, tal vez muy influenciado por programas como Connections, de History Channel. Entro en una pequeña madriguera y termino cayendo sin reparo como Alicia siguiendo al conejo.
A este punto, ya pasado unos días, el futuro de mi agenda roja pendía de un hilo, porque ¿Cómo puedo guardar libros, obras, películas, mapas y pinturas en algo así de compacto? El veredicto es claro, simplemente no se puede. Me recuerda a un libro sobre Venecia que me regalaron. Maravilloso tomo con buenas fuentes, pero imposible su labor de abarcar toda la historia (todas sus matices) en un solo cuerpo y se notaba.
El futuro del commonplacing, ideas finales y propuestas
No creo en absoluto, aunque haya parecido, que los commonplace books sean una pérdida de tiempo. Por el contrario, los considero una manera diferente de abarcar la información, una que sin duda puede ser enriquecedora para muchas. Una licencia revisionista que nos dimos con el pasado y queremos poner en práctica nuevamente, como respuesta tajante a la era digital en pro del formato físico. Pero no hay que ser románticos como Pérez-Reverte, siempre vamos a necesitar al internet, por mucho que nos llenemos de agendas, libros y libretas. De cualquier modo, un tiempo fuera del doomscrolling es tiempo a favor de uno.
Propuestas para un mejor common placing
Desde que noté, superado ya el colegio, que mi modo de indagar me demandaba mucho más de lo que en clases se esperaba de mí, opté, con ayuda de mis amigos, por un método más optimizado: el repositorio personal
Si bien una biblioteca es de por si un repositorio, el repositorio personal es el concepto de common placing externalizado y amplificado. En vez de comprimir tus intereses en una libreta, como hemos visto muchas veces limitante, destinas un espacio dentro de tu casa, tu habitación por ejemplo, como el sitio para tu material de consulta. Aquí esta la clave, material de consulta. Nos desprendemos de la estructura más caótica y enciclopédica del commonplace book, en pro de volúmenes íntegros. Muchas casas de moda, estudios de diseño y periódicos, cuentan con uno. Si bien la mente nunca olvida, confío plenamente en ese principio, sí que ayuda contar con el material para poder refrescar las ideas y concebir nuevas.
El repositorio es memoria organizada de un creador. Libra de la dependencia de lo inmediato y de la inspiración del momento, para regirse por un mundo de referencias vivas al que uno regresa para nutrirse.
¿Cómo hacerlo?
1. Empiece pequeño
No hace falta que tu repositorio personal sea un edificio entero, con torres y torres de libros, con lo que tienes basta. Recuerda que es tuyo y de nadie más, tiene que servirte a ti.
2. Organice
La directriz más importante para tu repositorio es el orden. Establece cuales son tus intereses, es imposible abarcar todo, cuando descubras qué es lo que te mueve podrás poner un poco de orden al caos y conocerte más a fondo como añadidura.
3. Físico y digital
Cualquier formato sirve, el internet nos ha abierto la puerta a la información con tan solo un click. Papers, conferencias, escaneados, videoensayos. Archivar digitalmente es igual de válido, si contamos con las herramientas, usémoslas. Se ahorrará mucho espacio.
4. Busque calidad
El gran desafío de la actualidad es la calidad de la información. Todos sabemos generalidades pero no los detalles. Si quiere que su repositorio tenga la calidad que merece, necesita encontrar fuentes ricas, extensas, avaladas y de primera mano. Entre más alejado se esté de la fuente primaria se corre el riesgo de perder calidad y objetividad. Todo cuenta.
Estudie y conecte
Una vez establecido su repositum propium puede que llegue a experimentar un fenómeno más fascinante, el de la interrelación de los saberes. Empezará a detectar como todo se nutre de todo, como las partes se complementan de otras partes. Así, encontrará en los sitios menos esperados nuevo conocimiento, nuevas ideas y combinaciones nunca antes vistas.
La clave esta en nunca dejar de aprender, ya sea escribiendo en una agenda o llenándose de libros. Hoy más que nunca necesitamos saber y saber mucho. La búsqueda nos hace libres.
-Con cariño desde el jardín, Sr. Pedro.














Sr. Pedro, me ha parecido súper interesante tu publicación. Sobre todo porque, aunque al principio teníamos ideas comunes, al final hemos escogido conclusiones distintas: yo manteniendo la práctica de los commonplace book y tú centrándote más en los repositorios. Yo no me había planteado esto último y creo que es un modo muy viable para almacenar y organizar información. ¡Así que voy a comenzar a crear un repositorio a partir de ya!
Por eso me ha encantado colaborar contigo, porque sabía que cada uno iba a aportar visiones diferentes pero que al final terminarían complementándose.
De nuevo te agradezco esta oportunidad para escribir sobre un tema en común y, por supuesto, para aprender de ti.
Espero que este sea el inicio de nuevas colaboraciones.
Un abrazo.
Me encantó este post, sobre todo la parte histórica 🙌 Fue muy enriquecedor conocer los antecedentes y, al mismo tiempo, pensar el commonplace también como un repositorio personal más amplio. Me llevo justo esa idea: no limitarlo solo a un cuaderno, sino expandirlo como un espacio vivo de conocimiento.